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La consagración de Jefferson Savarino

Tenía razón el “Bocha” Batista cuando dijo que a Jefferson Savarino había que dejarlo tranquilo y esperarlo. Las críticas vertidas sobre el mediapunta, porque su fabulosos desempeño en Botafogo estaba lejos del que exhibía en la Vinotinto quedaron silenciadas el jueves en Maturín, cuando se puso el overol, sacó todas las herramientas de su repertorio y se convirtió en el mejor jugador de todos los que concurrieron al inédito empate en casa, el primero de la historia de las eliminatorias de la Vinotinto ante la portentosa Brasil. Aunque resulte paradójico, la baja de Yeferson Soteldo y el hecho de que tampoco estuviera Darwin Machís en la formación de dos extremos con Salomón como el jugador más avanzado en el ataque, benefició la dinámica de Savarino.

El zuliano gozó de más protagonismo en Maturín. El “Bocha” le quitó la responsabilidad de retroceder para tapar las subidas de los laterales, una obligación que cumplieron a la perfección Jhon Murillo y Eduard Bello, y le dio libertad para moverse por dentro, a la espalda de Salomón o cayendo por los costados como un falso nueve. En las transiciones defensivas, Savarino apretó las salidas de los laterales para negarle las líneas de pases, pero su mayor contribución se vio en el ataque.

Tejió una pequeña y efectiva sociedad con Miguel Navarro por el costado izquierdo, que para sorpresa de los brasileños, se soltó a jugar, profundizando el ataque de la selección, hundiendo a Wanderson contra la línea de fondo para ganarle los duelos. Esa combinación generó una gran oportunidad en el primer tiempo, cuando Navarro desbordó por su carril, metió el pase atrás, pero Savarino estaba mal perfilado y su remate de zurda salió sin dirección a gol.

La segunda parte fue toda de Savarino. Sacó pecho tras el gol de Raphinha al filo del primer tiempo, pidió la pelota y ofreció un repertorio de gambetas, desmarques y toques que cambiaron la dinámica del partido. La triangulación que armó jugando a un toque con Navarro para terminar habilitando a Telasco Segovia fue una obra maestra de precisión, ubicación en el espacio e inteligencia para buscar el hombre libre. El gol de Segovia, que siempre se espera del jogo bonito de los brasileños, esta vez fue hilvanado por el astro de Botafogo.

Savarino concibió la jugada y como un delantero de toda la vida supo posicionarse. Jugó de espaldas al arco, atrajo las marcas y generó el resquicio par la llegada de Segovia. El “Bocha” ya encontró la mejor ubicación para Savarino en el sistema de la Vinotinto. Tiene que moverse detrás de Rondón con socios que lo acompañen a producir jugadas de gol, sin toquecitos insulsos para ganar el aplauso de la grada.

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