El Concreto

Ideas sólidas

Otros Deportes

Mejor sigan el ejemplo de Jesús Valenzuela

El arbitraje venezolano ha ganado espacio y prestigio a nivel internacional. En otros tiempos no tan lejanos los jueces nacionales estaba relegados por Conmebol y FIFA. Apenas figuraban en partidos de escasa relevancia, pues se prejuzgaba que en un campeonato con un nivel competitivo tan bajo como el de Venezuela, era imposible que pudieran florecer árbitros con los conocimientos, la preparación física, técnica y la personalidad necesaria para aplicar el reglamento sin incurrir en un papelón.

Esa imagen descolorida y envilecedora del arbitraje nacional ha sido cambiada por una camada de excelentes jueces, encabezada por el portugueseño Jesús Valenzuela, Alexis Herrera, Jorge Urrego, Tulio Moreno, Juan Soto, Ángel Arteaga, Emikar Calderas o Migdalia Rodríguez, quienes han dado realce y respeto al oficio más difamando en la historia de este deporte.

Por ello, no le hace ningún bien al fútbol venezolano destruir a los árbitros y cuestionar su profesionalismo, como incurrió el domingo el técnico de Metropolitanos, José María Morr, demoliendo a Yender Herrera, quien tuvo una actuación correcta, dando por válido el gol del empate conseguido de forma legítima por el Deportivo Táchira en tiempo añadido. Morr es uno de los entrenadores más ilustrados del país, al que difícilmente se le escucha una palabra altisonante en sus declaraciones, razón por la cual resultó extraña la sarta de vituperios en contra del juez.

Si la directiva de Metropolitanos considera que Herrera viene cometiendo repetidos errores intencionales para perjudicar al equipo violeta, lo conducente es denunciarlo con las respectivas pruebas ante la Comisión de Arbitraje de la Federación Venezolana de Fútbol para que investigue y tome sancione, si el caso así lo amerita.

¿Se equivocó Herrera en otorgar seis minutos adicionales? La verdad es que en el fútbol nacional se pierde tiempo por cualquier nimiedad. Los jugadores se retuercen de dolor en cada falta, sufren de calambres incesantes y los arqueros se tiran sobre el balón para acurrucarlos y luego sacan en cámara detenida. Nadie gana con esas tretas de anticuada relojería. Los partidos carecen de ritmo y en la medida que los árbitros tienen que detener el juego, el espectáculo va perdiendo intensidad e interés para el espectador que paga la entrada o sigue las acciones en las transmisiones de la Liga Futve.

En lugar de matar a los árbitros, los entrenadores harían un mejor servicio a su profesión si consiguieran aumentar la calidad de los juegos, elevando el nivel técnico y táctico de sus equipos para que puedan ofrecer un mejor desempeño no solo a nivel nacional, sino en competencias internacionales como la Libertadores o la Suramericana, donde los clubes nacionales exhiben enormes deficiencias. Mejor sigan el ejemplo de árbitros como Valenzuela que con gran trabajo y sin mucho ruido figura en la élite mundial del fútbol.

Ver fuente