Shohei Ohtani es sensacional como jugador de beisbol. Eso no se discute. Es el bigleaguer más completo en los 154 años que van de Grandes Ligas.
No obstante, hubo un pelotero mejor dotado que ese glorioso japonés, el cubano Martín Dihigo, quien, lamentablemente no pudo ser parte de las Grandes Ligas, por ser negro y haber jugado antes de 1947. Fue de las Ligas Negras, en Estados Unidos, entre 1923 y 1945.
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¿Qué hacía Dihigo?
Pues, era estelar en cualquiera de las nueve posiciones, bateaba a lo derecho y a lo zurdo, lanzaba a lo derecho, era bueno robando bases, jugaba 12 meses al año y nunca se lesionaba. Después del verano en Estados Unidos, siempre tenía contratos en la pelota invernal. Hubo una época que jugaba en México, tanto en verano como en invierno, y en ese país siguen vigentes muchos de sus récords.
Fue autor del primer juego perfecto en la historia de México en 1937, lanzando para las Águilas de Veracruz. Y en esa temporada bateó para 351. El año siguiente, no solo bateó para 387, sino que también dejó récord como pitcher, de 18-2, con la asombrosa efectividad de 0.90.
Fue elevado a cinco Salones de la Fama: Cooperstown, México, Cuba, Dominicana y Venezuela.
Entonces. ¿Ha sido Martín Dihigo el mejor jugador de beisbol en la historia de la humanidad?
Me gustaría saber de alguno que haya hecho las cosas mejor que él en nuestro juego. En lo único que lo supera Shohei es robando bases.
Y la calidad de juego en las Ligas Negras era igual a las Grandes Ligas, ya que durante los muchos juegos de exhibición que celebraron entre equipos de esas dos categorías, los negros ganaban y perdían igual que los blancos.
Nunca trabajó fuera del beisbol
Martín nació donde por primera vez se jugó beisbol en Latinoamérica, en Matanzas, el 25 de mayo de 1906. Murió el 20 de mayo de 1971, en Cienfuegos. Era muy alto, musculoso, de ancha espalda, medía 1.93. Estuvo casado con María Aurelia Reyna, con quien tuvo un hijo, también llamado Martín.
Comenzó a jugar beisbol a los 13 años, al terminar la escuela primaria. Y ya a los 16, cobraba por jugar. Nunca desempeñó un trabajo diferente al de pelotero.
Lo llamaron “El Inmortal” y también “El Maestro”. Fue parte del Gobierno de Fidel Castro, por supuesto, en el beisbol.
Mánager campeón con los Leones del Caracas
Ya retirado de pelotero, lo contrataron varias veces para dirigir.
En el campeonato venezolano 1952-1953, los Leones del Caracas fueron manejados por él y se titularon campeones, por lo que fueron a la quinta Serie del Caribe, celebrada en La Habana, entre el 20 y el 25 de febrero del ‘53.
Esa Serie la ganaron invictos los Cangrejeros de Santurce, dirigidos por Buster Clarkson.
El juego más grande en la vida de Dihigo
Durante su permanencia en Caracas, en 1952-1953, por supuesto que lo entrevisté varias veces.
En una de esas oportunidades, le pregunté: “usted ha tenido numerosos juegos brillantes, grandes juegos. Pero ¿hay alguno en particular que considere el más espectacular, el más recordado?”.
Pasándose la mano derecha por la frente, para recordar, me dijo:
“Siempre he creído que lancé unos mil juegos. Pero ese tan especial, fue cuando me enfrentaron a Leroy (Satchel) Peige. Con el Águila de Veracruz, le habíamos ganado el campeonato al Agrario de la capital mexicana, en 1937, y yo fui el pitcher ganador de los tres juegos del play off de cinco”.
“Por eso, el propietario de ese equipo, Salvador Teuffel, dispuso llevar al mejor lanzador del mundo, para intentar ganarnos en 1938. Encontró que lo mejor del pitcheo era Peige, quien entonces lanzaba para los Monarcas de Kansas City, en las Ligas Negras. Aceptó ir a México, pero por unos días”.
Entonces, ¿quién era mejor, Dihigo o Peige?
Y ahora, en nuestra era, en 2024, otra pregunta: ¿ cuál es el mejor, entre Dihigo y Ohtani?.
¿A cuál de esos dos llevarías a tu equipo, si pudieras escoger solo uno?
El que escojas, ese será el mejor,
¿o no?
Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú.