Una oportunidad como la que se le presenta hoy a Venezuela de enfrentar a esta disminuida Uruguay en el estadio Monumental, no podía ser más propicia para conseguir un triunfo que alimente con más certezas las aspiraciones de clasificar por primera vez a una Copa del Mundo.
Las numerosas bajas que afectan a la selección Celeste, producto de las sanciones a cinco de sus estelares jugadores por la pelea contra los aficionados de Colombia en la Copa América; las lesiones de otras figuras esenciales; el retiro del emblemático Luis Suárez, el mejor artillero de la historia de la república oriental; y la acumulación de tarjetas amarillas, que también dejan fuera de acción para este choque a los mediocampistas Nahitan Nández y al fenomenal Federico Valverde, disminuyen la solidez del equipo de Marcelo Bielsa en todas sus líneas.
La columna vertebral de los uruguayos está muy debilitada. La seguridad que ofrecen José María Giménez y Ronald Araujo en la zaga; la fuerza de Rodrigo Betancur, Giorgian De Arrascaeta y Nicolás de la Cruz para cortar líneas de pases, recuperar el balón y lanzarse al ataque en la zona medular; las potentes galopadas de Valverde para tragarse la cancha, generar situaciones de riesgo con la inteligencia de sus pases o definir con su potente golpeo; y la capacidad de demolición de Suárez y del sancionado Darwin Núñez no estarán en el gramado del estadio Monumental de Maturín.
Uruguay ya resintió la ausencia de buena parte de su legión en el empate sin goles ante Paraguay, jugando de local con el respaldo de su pueblo en el Centenario de Montevideo, donde los guaraníes aprovecharon las limitaciones de la plantilla rival para hacer sufrir a la Celeste. La Vinotinto del “Bocha” Batista deber ser más que los guaraníes.
La escuadro nacional ya tenía la responsabilidad de batallar y sacar puntos ante una Uruguay intacta, y ahora, con esta circunstancia a favor de las doce bajas charrúas, ninguna excusa es válida para no salir desde el primer minuto a presionar a los orientales, imponer el ritmo del juego, manejar los hilos y traducir la superioridad en la cancha en goles y victoria.
Valga recordar que las dos únicas veces que Venezuela venció a Uruguay en partidos de eliminatoria mundialista lo hizo recurriendo a la irreverencia de los jugadores más técnicos para adueñarse del esférico, asociarse y abrumar a la defensa charrúa llenando su cancha de camisetas nacionales. Fue así que el equipo de Richard Páez inició el boom Vinotinto al vencer 2-0 a Uruguay en el Pachencho Romero en el 2001 y que la volvió a liquidar 0-3 en el memorable Centenariazo de 2006. Sumar tres puntos ante Uruguay más que una necesidad, es una obligación ineludible en Maturín.