Un estudio de Cox Business, reflejado en una infografía, demuestra cómo las emociones pueden resultar tremendas al momento de despertar reacciones en los consumidores y usuarios. Los marketeros explotan estos recursos, en especial cuando se trata de viralizar contenidos como videos e imágenes, consiguiendo de este modo que la publicidad se anote un punto a favor, en función de los sentimientos.

Al menos un 31% de los anunciantes asegura que las emociones le han brindado excelentes resultados en sus campañas publicitarias, mientras que sólo un 16% de los integrantes de este gremio aseguran que apuestan por una propuesta racional. La publicidad, tildada de una gran mentira, se fundamenta sobre las emociones, existiendo algunas más potentes que otras.

Sensaciones como el miedo y la culpa se manejan de un modo ingenioso para llevar a los consumidores al impulso de obtener los artículos: el temor a quedarse sin la novedad o la culpa a necesitar el producto en el futuro pueden ser fuertes detonantes en la decisión de compra. La confianza de poseer un artículo que no tiene igual en el mercado hace que muchos lo adquieran, sin importar su costo.

La pertenencia es una emoción muy fuerte cuando se trata de vender artículos tecnológicos o deportivos. Sobre la base de este principio los más importantes clubes deportivos han inflado sus arcas vendiendo camisetas y otros souvenirs, mientras que un usuario puede casarse perpetuamente con una marca, al sentirse parte de este proyecto tecnológico que cambia al mundo (Apple es un excelente ejemplo para ello).