Cuántas palabras y frases, cuántas conversaciones y pensamientos llegarán a su fin hoy, en el Centro Kennedy, en Wasington D.C., Estados Unidos, con la aparición en las pantallas de los televisores las bolas de la fortuna, o del infortunio, según como se vea. A través de los tiempos La Fifa ha tratado de igualar, de hacer justicia y de equilibrar los valores de cada selección con una distribución equitativa según el poder de fuego de cada una, de su posición en el llamado “ranking” que califica por los resultados: cada una es cada una, cada cual es cada cual. Así transcurrirá el sorteo dirigido: no estarán en la misma categoría los equipos de la misma confederación ni tampoco los colosos del fútbol. Por eso hablar de fortuna tendría que ser en términos relativos, porque si lo hiciéramos en su más profundo sentido y en el concepto más alto de honestidad, podríamos ver en el mismo grupo, por ejemplo, a Argentina con Brasil, a Francia con Inglaterra; esto no será posible, porque, entonces ¿cómo quedaría el gran negocio mundial?…
Repasemos la historia y el paso de los días. Cuando se iba a disputar el Mundial de México, en 1970, el sorteo colocó en la misma llave a Brasil con Inglaterra, Rumania y Checoslovaquia; eso hoy sería inconcebible, pues entonces sería meter en el mismo grupo, como si fueran suicidas, a los campeones de los tres últimos mundiales: Alemania, Francia y Argentina. Torneo tras torneo, la Fifa ha ido depurando los caprichos de la fortuna, que ya no son tan “caprichosos” como en los viejos tiempos. El fútbol ya no se conforma con cambiar las reglas: ahora modifica el destino de unos y otros; para bien, dicen los modernistas, porque distribuye la competitividad; para mal, dicen los conservacionistas, porque solo veremos grandes partidos al final del show…
La imaginación, que es tan volátil como la utopía, fija su vista en el bombo en el que está Venezuela. Hay expectativas, hay inquietudes, hay deseos, hay dedos cruzados que significan el ligue de la buena suerte. Ya termina el sorteo, ya los grupos se han formado, y a la la Vinotinto le ha tocado enfrentar a España, República de Corea y Egipto.
Cuatro selecciones de cuatro continentes. ¿Habrá opción de clasificar a la siguiente ronda? Se hace un cálculo: perder con los españoles, empatar con los coreanos, vencer a los egipcios: cuatro puntos, posiblemente suficientes para avanzar. ¿Y después? Bueno, veremos quién toca.
Pero es mejor no pensar en eso: sea el que sea, siempre será un rival de alto octanaje. No hay temor, solo queda esperar. Pero como lo imaginado es inasible, incontrolable, feliz, vemos esta narración como un hecho verdadero.
Nos vemos por ahí.









