¿Por qué sí, por qué no? Las preguntas llaman a juego y a las adivinanzas: ¿cuál es el sí, y cuáles es el no? Es en verdad una inquietud que tiene la gente en relación a los futbolistas venezolanos. Cuando en Caracas, en las décadas de los 80 y 90, se disputaban los llamado “mundialitos” con jóvenes de catorce y quien años de edad, la interrogante comenzó a alzar el vuelo: ¿por qué los criollos disputan torneos, les ganan a los mejores y luego, ya de adultos, no llegan a ningún lado?
Tal cosa se estarán volviendo a preguntar los aficionados de nueva data, especialmente luego de seguir las actuaciones de la selección Sub-17 en el Mundial de Catar. Venezuela compite, se iguala con aquellos nombres de selecciones grandes, y hasta ahí. Ya en los Sub-20 no es igual, y después, cuando llega la hora de la gran verdad, ya sabemos lo que pasa. Por eso es que exponemos estas frases expectantes: por qué si, por qué no…
Paras encontrar razones convincentes habría que hurgar allá abajo, en las remotas páginas de la historia donde se encuentran razones deportivas y sociales. El muchacho venezolano se topa en su camino a la adultez influencias fuera de su contexto futbolístico; el beisbol es el mejor ejemplo. Suenan más duro un jonrón de Miguel Cabrera, los puntos de average de José Altuve o Luis Arráez, los ponches de Jesús Luzardo o las sensaciones de Ronald Acuña, que los goles de Salomón Rondón, por citar al más sonado de los jugadores nativos; la cultura beisbolera del venezolano ahí aparece.
A esto se suma la influencia hogareña, porque ante la incertidumbre del fútbol, los padres prefieren que el joven se entregue a los estudios. Quizá esto ha cambiado un poco, mas no de manera radical; en Argentina o Brasil no sucede, porque los jugadores capaces, aquellos que ya insinúan talento, dejan los libros al pisar la adolescencia…
Esto explica el por qué no. Ser futbolista en Venezuela, y esto puede sonar a paradoja, es más difícil que serlo en un país futbolizado. Aquí el sendero está lleno de obstáculos, es una maraña difícil de desentrañar: el beisbol, la cultura nacional, el hogar.
En el año 2017, la selección Vinotinto llegó a la final del Mundial Sub-20 ante Inglaterra: ¿hay, fuera de los habitués del fútbol, quien se acuerda de ello? Al fútbol venezolano, el campeonato y posiblemente hasta la Vinotinto, le cuesta la vida traspasar la frontera entre la moda y la verdadera importancia. Si la Sub-17 alcanza la corona en el Golfo Pérsico, veremos hasta dónde podrá llegar el entusiasmo popular.
Nos vemos por ahí.









