El aroma de la Copa América ya queda atrás. Los efluvios de un entusiasmo inédito han quedado en la memoria de los que soñaron con una actuación deslumbrante que llevara a la Vinotinto a la final.

Todo se difumina en la neblina de los días, en el mirar hacia adelante y pensar que ya se acerca el Premundial Suramericano. Aquellas actuaciones felices frente a Ecuador, México, Jamaica y el contraste ante a Canadá son la experiencia pura de una selección que aspira más, a la que le urge en las entrañas llegar al Mundial y mostrar su verdadero valor.

En la tierra mundialista aparecerán nuevas escenas, otras realidades, diferentes adversarios. En todo esto se piensa, pero para llegar al otro lado del río antes hay que cruzar el puente. Y ese puente también tiene nombres con sus aspiraciones, con metas por cumplir…

Las banderas de Bolivia y Uruguay flamean y aguardan en septiembre por Venezuela. Los bolivianos en La Paz, los uruguayos en suelo nacional. Serán partidos duros como rocas prehistóricas, porque aunque a Bolivia no se le ven progresos en un fútbol estancado en el pasado, en aquellos días de Marco “Diablo” Etcheverry, ya sabemos de su transformación cuando juegan en las alturas inaccesibles del altiplano.

El equipo que trajeron a Caracas en el torneo Preolímpico, lleno de gente joven, dio un aviso: jugó bien y mostró algunos detalles a tomar en cuenta. Y de Uruguay, bueno, ya sabemos de su talante. Tiene hoy una generación de gran valor, con un mediocampo en el que Federico Valverde es el jefe, y un ataque lleno de matices con Edwin Núñez en la vanguardia. Son serios candidatos a llegar y vencer y, como dicen en Brasil, “poner agua en la cerveza” de la Vinotinto…

Para todo este panorama la Vinotinto debe tener un programa previsto en el que no reine la contingencia, la improvisación.

La afición nacional, alzada, con el optimismo como bandera, no podrá permitir un fracaso, porque, ¿qué pasaría en el alma de la gente si después del fervor de país levantado con la Copa América, el fútbol venezolano se desmorona en el Premundial? ¿No será, entonces, y sintiendo allá adentro el peso frustrante de la decepción, el momento para mandar el fútbol al carajo y pensar que no valió la pena tanto ligue, tanto goce, tanto sufrimiento? En esas andamos, por ahí veremos cómo es que van las cosas.

Estar en el Mundial al lado de selecciones de historia y fama, de Alemania, de Francia, de Argentina, de Brasil, de España, de Italia, de Inglaterra, de Portugal, sería una gloria, todo gran un detalle; ¿y si no?

Nos vemos por ahí.