Si existe un impuesto que con el tiempo ha demostrado ser muy práctico y que permite a los distintos Estados una recaudación rápida y efectiva, ese es el IVA.

El Impuesto sobre el Valor Agregado o IVA es una carga impositiva al consumo. Es un impuesto indirecto que grava productos y servicios que se producen tanto dentro de un país como aquellos que provienen del exterior.

El Impuesto al Valor Agregado es, en otras palabras, una carga impositiva al consumo, es decir un tributo que paga el comprador, y este se incluye en el precio de los productos que se adquieren y de los servicios que se contratan.

Por su parte, los consumidores entienden el IVA como un impuesto que incrementa el precio final de los productos.

El IVA, también, es visto por sus mayores defensores como una tasa obligatoria e igualadora, que deben pagar todos los ciudadanos por lo que consumen, independientemente del poder adquisitivo que tengan.

En este sentido, lo califican como el impuesto más democrático del que disponen los Estados para recaudar los tributos que sirven para cubrir su funcionamiento y pagar al funcionariado.

El IVA es un impuesto que se paga cada vez que una persona adquiere bienes de consumo o paga un servicio en los países donde se aplica. Es, por tanto, un tributo que se cancela en el momento de la realización o consumo, y hasta se podría decir que es un tributo inmediato, pues no tiene que pasar por los trámites y lapsos que se toma el impuesto tradicional. Es, sobre todo, una forma rápida de recoger fondos para cubrir los costos de las administraciones en los países.

El IVA se aplica en casi cualquier país el mundo y su porcentaje varía de uno a otro. En Latinoamérica, por ejemplo, podemos encontrar una amplia brecha entre ellos. En algunos casos, los administradores del Estado establecen un IVA bajo para estimular el consumo y competir con otras naciones, sobre todo si se trata de aquellos que poseen una economía muy dependiente de la intermediación comercial o buscan, simplemente, disminuir procesos inflacionarios internos.

La variación del IVA en la región se puede apreciar en la siguiente lista, actualizada a mediados de este año:

• Argentina 21%
• Uruguay 22%
• Chile 19%
• Perú y República Dominicana 18%
• Brasil 17%
• México y Colombia 16%
• Honduras y Nicaragua 15%
• Bolivia, Costa Rica y El Salvador 13%
• Ecuador, Guatemala y Venezuela 12%
• Puerto Rico 11.5%
• Paraguay 10%
• Panamá 7%

Ahora bien, en lugares como Argentina, donde el IVA representa la tasa más elevada, esto puede estimular el comercio informal y la venta de productos sin factura, por lo que se está fomentando en la actualidad la facturación electrónica para asegurarse el cobro de este impuesto y evitar la evasión fiscal.

Ventajas que ofrece el IVA a los Estados

Las ventajas de este tributo pueden ser amplias, como la gran capacidad de recaudación que promueve. También permite cierta flexibilidad para gravar y desgravar ciertos rubros.

Así mismo, por ser un mecanismo de recaudación indirecto, no supone un excesivo trámite burocrático e involucra a toda la población en las políticas financieras y tributarias del país.

Además, el IVA permite la incorporación de elementos electrónicos avanzados y puede favorecer a los empresarios a través de ciertas deducciones legales.

Pero como no todo son ventajas, se puede apuntar que, así como hay quienes enaltecen este tributo por alcanzar a todos y hacer que todos contribuyan con los gastos del Estado, también hay quienes señalan que este en muchas ocasiones termina pesando más en los sectores de bajo ingresos. Pues sus detractores aclaran que resulta injusto poner a pagar por igual a todos, cuando en realidad no todos poseen iguales ingresos.