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El aumento del combustible amenaza la estabilidad social en varias partes del mundo

En muchos lugares, el incremento en los costos del combustible ha sido dramático y la miseria que eso genera es mucho más crítica. Las familias se preocupan por cómo mantener encendidas las luces de sus casas, llenar el tanque de gasolina del automóvil, cocinar sus alimentos, entre otras cosas. Las empresas lidian con el alza de los precios operativos y con las demandas de aumentos salariales por parte de sus trabajadores, según The New York Times.

En Nigeria, los estilistas usan la luz de sus teléfonos celulares para cortar el cabello porque no pueden encontrar combustible a precios asequibles para usar los generadores de gasolina. En el Reino Unido, cuesta 125 dólares llenar el tanque de un carro familiar promedio. Hungría prohíbe a los automovilistas comprar más de 50 litros de gasolina al día en la mayoría de las estaciones de servicio.

El asombroso aumento en el costo del combustible tiene el potencial de reconfigurar las relaciones económicas, políticas y sociales en todo el mundo. Los altos precios de la energía tienen un efecto en cascada porque impulsan la inflación, obligan a los bancos centrales a aumentar las tasas de interés, aminoran el crecimiento económico y obstaculizan los esfuerzos para combatir el grave cambio climático.

La invasión a Ucrania por parte de Rusia, el mayor exportador de crudo y gas para los mercados mundiales, y las sanciones de represalia que siguieron han provocado que los precios del gas y el petróleo se disparen con una ferocidad asombrosa. Esta calamidad se suma a dos años de agitación causada por la pandemia de COVID-19, los cierres intermitentes y problemas en la cadena de suministro.

El aumento en los precios de la energía fue una de las principales razones por las que el Banco Mundial revisó su pronóstico económico el mes pasado y estimó que el crecimiento global se desacelerará aún más de lo esperado, ubicándose en 2,9% este año, aproximadamente la mitad de lo que fue en 2021. El presidente del banco, David Malpass, advirtió que “para muchos países, será difícil evitar la recesión”.

En todo el continente europeo, los países están preparando planes para el racionamiento de emergencia que implican topes en las ventas, reducción en los límites de velocidad y termostatos más bajos.

Como suele ocurrir con las crisis, los más pobres y vulnerables sufrirán los efectos más duros. La Agencia Internacional de Energía advirtió el mes pasado el alza de los costos ha significado que 90 millones de personas adicionales en Asia y África no tengan acceso a la electricidad.

“El aumento simultáneo de los precios de la energía y los alimentos es un doble golpe en el estómago para los pobres en prácticamente todos los países”, dijo Eswar Prasad, economista de la Universidad de Cornell, “y podría tener consecuencias devastadoras en algunos lugares del mundo si persiste durante un periodo prolongado”.

De esta manera, el aumento del combustible está generando descontento político no solo en lugares donde la guerra en Ucrania se siente remota o irrelevante, sino también en países que lideran la oposición a la invasión de Rusia.

En las naciones más pobres, la amenaza es más crítica porque los gobiernos se debaten entre ofrecer asistencia pública adicional, lo que exige asumir una deuda onerosa, y enfrentar graves disturbios.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está utilizando el dinero que el país ingresa del crudo que produce para ayudar a subsidiar los precios del gas doméstico. Pero los analistas advierten que los ingresos que el gobierno obtiene del petróleo no pueden compensar el dinero que está perdiendo eliminando temporalmente los impuestos sobre la gasolina y otorgando un subsidio adicional a las empresas que operan las estaciones de servicio.

En Nigeria, donde la educación pública y la atención médica están en condiciones deplorables y el Estado no puede garantizarles a sus ciudadanos algunos servicios básicos como electricidad o seguridad, muchas personas sienten que el subsidio al combustible es lo único que el gobierno hace por ellos.

En Sudáfrica, uno de los países más desiguales del mundo, el aumento del crudo ha creado una crisis más. En junio, después de que superara 6 dólares por galón, el Congreso de Sindicatos del país marchó por Durban, una ciudad devastada por la violencia y los saqueos del año pasado, y las recientes inundaciones, aunados al alza de la gasolina han sido “devastadores”, dijo Sizwe Pamla, portavoz de los sindicatos.

La espiral vertiginosa de los precios del gas y el petróleo ha estimulado una mayor inversión en fuentes renovables como la eólica, la solar y el hidrógeno de bajas emisiones. Pero si la energía limpia está recibiendo un impulso de inversión, también lo están haciendo los combustibles fósiles.

Hay pocas esperanzas de que esta situación mejore en el futuro próximo. “Seguiremos viendo precios de energía altos y volátiles en los próximos años”, dijo Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía. Según el funcionario, el único escenario en el que bajarían los precios sería con una recesión mundial.